La Reflexión del Sapito
TOTONAKEANDO
Desde el Imperio del Totonacapan!
Por Wanamá
Cuando yo pisteaba acostumbraba hacerlo solo, sin ninguna compañía, entraba a una cantina, a un bar y me sentaba en la barra, a veces en una mesa alejada. Pedía mi cheve y me ponía a leer periódicos o a botanearme una sabrosa campechana, solo, siempre solo pero… en una ocasión llegó un conocido, me saludó y se sentó en mi mesa, mi cuate ya iba hasta atrás pero, bueno, accedí a que se sentara y otro pero… invitó a una joven mesera a que también se sentara, yo nunca lo hice, invitar a alguna joven, me cái, siempre pisteaba solo. Llegó un músico, guitarra en mano y aquél le empezó a dedicar canciones a su amiga, una tras otra, además de cheves, una tras otra también. Después de un buen rato de estar tocando y cantando, el músico dejó de hacerlo, le dijo a mi cuate que ya no le iba a seguir, que conocía a su familia, a sus suegros, a sus cuñados y cuñadas, a sus hijos, a su esposa… No sé qué estás haciendo aquí -le dijo- TIENES LO MEJOR EN TU CASA, no sé qué estás haciendo aquí –le repitió-, por respeto a tu familia, ya no te voy a cantar.
Y bueno, lo anterior me recordó a aquel sapito que se divertía saltando en medio de las vías del ferrocarril, tan distraído estaba que no se dio cuenta que pasaba un tren y muy apenas alcanzó a saltar pero… el tren le cortó las nalguitas y éstas quedaron brincando, solitas, en medio de las vías. El sapito se quedó viéndolas y esperó que pasara todo el tren, después de que pasó, el tren, el sapito se regresó por sus nalguitas, no se dio cuenta que venía otro tren y le mochó la cabeza… Reflexión: Nunca hay que perder la cabeza por unas… Tenemos lo mejor en casa…
Hasta la próxima, D.M.
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